08.11.13

Privacidad de los mexicanos en Internet

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 Si a usted le preocupa que gobiernos extranjeros espíen al gobierno mexicano, preocúpese más por lo que el gobierno mexicano puede hacer con usted.

El reciente informe La Libertad en Internet 2013, publicado por la prestigiada Freedom House, organización defensora de las libertades políticas con base en Washington, clasificó a México como ‘parcialmente libre’ en lo que se refiere a libertad en Internet, equiparándolo con Venezuela y Ecuador.

Aunque parece exagerado comparar a México con esos países, cuyos gobiernos cierran arbitrariamente páginas de la oposición, bloquean redes sociales y eliminan directamente contenidos, algunos datos del informe ciertamente validan la clasificación. Como dijo recientemente Andrés Oppenheimer en su artículo Avanza la Censura en la Red, “hay buenas razones para sospechar que el Gobierno mexicano espía a los usuarios de Internet”.

¿Dónde está la línea entre seguridad nacional y violaciones a la privacidad?

Por ejemplo, según el informe, el ejército mexicano acaba de comprarle secretamente a EU un equipo de espionaje online con valor de 355 millones de dólares que permite rastrear a usuarios y monitorear su actividad en tiempo real, incluyendo correo electrónico, chat, redes sociales e historial de navegación. ¿La excusa? La guerra contra las drogas y la seguridad nacional.

Aunque en principio es una excusa legitima y el gobierno tiene esas atribuciones legales, ¿dónde está la línea entre seguridad nacional y violaciones a la privacidad? y ¿quién está vigilando a los que vigilan? Preguntas obligadas en un país como México donde la transparencia es vaga y la violación a los derechos de información –sobre todo privacidad y libertad de expresión– es común.

Otra cuestión que nos debería preocupar es lo que algunas compañías de internet como Facebook, Google y Apple pueden hacer con la información que generamos millones de mexicanos –44 millones de usuarios según la International Telecommunications Union (doceavo lugar en el mundo). ¿Qué hacen estas compañías, por ejemplo, con todo el big data (volúmenes masivos de información) que producimos involuntariamente?¿Quién vigila el uso que Google hace de sus motores de búsqueda y complejos algoritmos que descifran dónde vivimos y qué pensamos?

Una de las innumerables cosas que pueden hacer es, precisamente, compartir esa información con nuestro gobierno o, peor aún, con gobiernos foráneos. En sólo el primer semestre de este año, por ejemplo, el gobierno mexicano realizó 78 peticiones de información a Facebook sobre 127 cuentas de mexicanos, según un informe de la misma compañía. Lo mismo sucede con Yahoo, Google, Microsoft y Twitter. Pero entonces, ¿quién lo protege a usted? ¿Quién revisa que esas peticiones sean legítimas?

Se supone que el IFAI, un organismo descentralizado, pero no seamos ingenuos: suponiendo que el IFAI conociera que el gobierno nos espía, ¿podría hacer algo al respecto cuando la excusa es seguridad nacional? ¿Podría evitar que nuestro gobierno u otro le pidieran información confidencial a Google o Facebook? ¿Tiene los recursos tecnológicos para monitorear a los que monitorean?

Ahora bien, qué interés tendría el gobierno mexicano en espiar a Juventino González, mesero de Sanborns que ni la debe ni la teme. Bueno, en realidad no es a él, sino a la suma de Juventinos; es decir, al volumen. Con la información que millones de mexicanos generamos en línea se pueden determinar patrones de conducta personal, comercial, política y electoral que, en conjunto, representan un inmenso poder.

Ese es sólo un ejemplo. En práctica, las posibilidades del gobierno mexicano son inmensas, desde escuchar grabaciones telefónicas y hackear direcciones IP, hasta infiltrar correos electrónicos y grabar video. El problema es que es muy difícil impedirlo: primero, porque hasta el momento hay muy poca regulación sobre privacidad en Internet, dentro y fuera de México; segundo, porque aunque la hubiera, cuando la excusa es seguridad nacional o terrorismo, casi todo es admisible; y tercero, porque el uso mismo de internet genera información, haciendo que la protección de datos masivos sea prácticamente imposible.

Como lo imaginó el escritor futurista William Gibson en los 80s, el ciberespacio es un lugar peligroso y sombrío en el que se perpetran guerras, espionaje, robo y censura, y en el que el más indefenso es el usuario común. En esta era de la información, además de protegernos contra gobiernos extranjeros, no se nos olvide protegernos contra el nuestro.

*Este artículo se publicó el 3 de noviembre del 2013 en ADNPolitico: Liga