13.06.13

Naciente analfabetismo en México

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Según la International Telecommunications Union, México tiene 44 millones de Internautas –doceavo lugar en el mundo. Es el quinto país con mayor número de usuarios de Facebook y el séptimo con mayor número de usuarios de Twitter. No obstante, sufrimos de algo llamado ‘brecha digital’.

 La brecha digital es un fenómeno que se da en países subdesarrollados o en vías de desarrollo como México, donde, si bien hay una gran cantidad de internautas –suficientes para ser el doceavo lugar mundial–, casi el 60 por ciento de los habitantes no tiene acceso a Internet y otras tecnologías digitales.  En pocas palabras, la brecha digital es desigualdad, inequidad y, sobre todo, pobreza. Otros autores prefieren el término ‘estratificación’ o ‘fractura’ digital.

Para ejemplificar el concepto, doy una serie de datos del INEGI. Al 2012, sólo 22 millones de mexicanos –o sea, uno de cinco– accede a Internet en su hogar porque tiene computadora. Otros 22 millones acceden a Internet (quién sabe qué tan seguido) fuera de su casa, porque no tiene computadora y/o conexión. Eso quiere decir que prácticamente el 80 por ciento de los mexicanos no tiene acceso habitual a Internet.

En el siglo XXI ya no es suficiente leer y escribir, sino saber comunicarse con los nuevos medios.

Si comparamos las cifras de México con las de Suecia, EU, Canadá, Japón o Corea –países con 80 y 90 por ciento de accesibilidad–, nos damos cuenta que México es ‘digitalmente analfabeto’ y que desafortunadamente entra en la categoría de países ‘digitalmente pobres’. Es decir, no sólo hay una brecha digital dentro de México sino que, en la brecha digital global, México cae del lado inferior.

La buena noticia es que tenemos un crecimiento sostenido de aproximadamente 9 por ciento anual. Por ejemplo, del 2011 al 2012, sumamos 4 millones de nuevos internautas; y en total, desde que inició la medición en el año 2000 a la fecha, pasamos de 5 a 44 millones. Nada mal. Pero no es suficiente. Debemos garantizar la conectividad de los otros 60 o 70 millones de mexicanos.

En ese sentido es positiva la Reforma a la Ley en Materia de Telecomunicaciones presentada por el Gobierno de Enrique Peña Nieto, en la que el Estado se responsabiliza de garantizar la conectividad, proveyendo la infraestructura necesaria, en este caso una red nacional de banda ancha, que dé acceso a todos los mexicanos.

Lo que no especifica la reforma es cómo se va a construir o quién la va a administrar, si será el gobierno o concesionarios privados. Eso se establecerá en la ley secundaria que se discutirá en el próximo periodo de sesiones extraordinarias. Además, no sabemos qué tan benéfico sea iniciar un proyecto de banda ancha. Garantizar la conectividad por supuesto está bien, pero quién sabe cuál sea la tecnología en el mundo cuando se termine el proyecto. Por eso es mejor que el Estado dé concesiones a privados hasta cubrir todo el territorio nacional, sea cual sea la tecnología en ese momento.

Por otro lado, cabe decir que la brecha digital no es sólo la mera conexión a Internet. También considera el valor de las páginas locales, por ejemplo para proveer información médica, cívica, política o cultural. Hay estudios importantes como el Reporte de Desarrollo Humano del Programa de Desarrollo de Naciones Unidas, que reflejan la importancia de las páginas locales en el desarrollo comunitario, sobre todo en medicina, servicios y cultura.

El reto de México entonces, no sólo es garantizar conectividad, sino que la conectividad brinde frutos a la ciudadanía a través de páginas informativas, didácticas e instructivas en esas áreas; además de educación a distancia, servicios públicos y privados, foros ciudadanos y otras asociaciones digitales.

En el contexto actual, que 80 por ciento de tus habitantes no tengan acceso habitual a Internet es prácticamente analfabetismo real, no sólo digital, que algunos usan oportunamente como eufemismo. En el siglo XXI ya no es suficiente leer y escribir, y eso que aún tenemos 7 por ciento de analfabetas tradicionales, sino saber comunicarse con los nuevos medios, instrumentos a través de los cuales se está construyendo y entendiendo el nuevo mundo. A juzgar por esto, 8 de 10 mexicanos viven en el siglo pasado…o antepasado.

*Este artículo se publicó en El Financiero, el 12 de junio del 2013: Liga