11.11.22

Relaciones peligrosas

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Quienes más quieren vivo a Trump son los Demócratas.

Los Republicanos tenían todo para barrer en las elecciones intermedias: la peor inflación en 40 años, el presidente en funciones peor evaluado desde Truman, un auge de crimen, la salida abrupta y malograda de Afganistán, y la tradición histórica de castigar al presidente en funciones. Se esperaba un “tsunami rojo”, pero no llegó. A pesar de la mala gestión, Joe Biden tuvo intermedias no tan malas como las que tuvieron sus antecesores de los últimos 20 años. Eso tiene una explicación: el trumpismo ahuyentó a los votantes hacia la opción menos peor. El trumpismo ha dejado de ser redituable.

Nunca lo fue en estricto sentido. Ganó la presidencia en 2016 siendo un cisne negro demasiado atípico, ayudado por la pésima candidata que presentaron los Demócratas. Desde entonces Trump no ha sido un gran estratega electoral. Ha perdido dos veces el voto popular y el Congreso, no se reeligió, y en estas intermedias muchos de sus candidatos sufrieron fuertes derrotas. En cambio, los Republicanos más convencionales, los no golpistas, los que no alegaron fraude ni apoyaron el putsch fascista contra el Capitolio, se mantuvieron a flote. Parece que el discurso radical empieza a perder fuerza.

El trumpismo ha dejado de ser redituable.

Ambos partidos políticos ya tomaron nota, desatando un juego que desafía la intuición. La inminente reacción del viejo establishment Republicano será ir empujando a Trump hasta defenestrarlo, para darle paso a sus nuevas figuras victoriosas, particularmente el gobernador de Florida Ron DeSantis, que –ese sí– barrió en su estado y ya está siendo arropado por la tradicional maquinaria mediática (Fox News) en detrimento de Trump. Es la movida inteligente. DeSantis ha tenido un buen desempeño como gobernador, ha sido implacable con el progresismo extremo y, sobre todo, no es un demagogo incendiario, insurrecto, que amenace a la democracia. Es un hombre de partido, institucional, demócrata.

Pero los Demócratas, que son más cínicos de lo que les guarda su apariencia, no los van a dejar deshacerse de Trump tan fácilmente. Son ellos los más interesados no sólo en mantenerlo vivo sino en que sea el candidato en 2024, pues saben que es al único al que Joe Biden le puede ganar para reelegirse. Por eso, en estas elecciones los propios demócratas financiaron a candidatos ultra radicales trumpistas como Dan Cox y Doug Mastriano, que creen que Biden se robó la elección y que el cambio climático es una conspiración. Eso explicaría en buena medida por qué los Demócratas no han ido realmente al fondo en la procuración de justicia contra Trump. Les sirve más fuera de la cárcel que adentro.

Es una apuesta muy riesgosa porque, a pesar de que Trump no sea el gran estratega y haya perdido fuerza, esta extraña e irracional era siempre puede traer amargas sorpresas. Los Demócratas deberían de enterrar a Trump de una vez por todas. El problema es que le abrirían paso a DeSantis, contra el cual Joe Biden –la única carta Demócrata al momento– difícilmente tiene chance. Uno nunca sabe para quién trabaja.

*Este artículo se publicó el 11 de noviembre del 2022 en Etcétera: Liga