04.03.22

Los tiranófilos occidentales

Compartir:
Tamaño de texto

Justificaciones occidentales de la invasión rusa a Ucrania.

Una de las principales justificaciones para la invasión unilateral, ilegal y tiránica de Rusia a Ucrania que algunos rusófilos occidentales o analistas incautos esgrimen es que se trata de una reacción de Rusia ante el avance sigiloso de la OTAN hacia el este tras la caída de la Unión Soviética. De los países que están cerquita a Rusia o incluso en su frontera, Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia se unieron en 1999; y Estonia, Letonia, Lituania, Rumania y Bulgaria en 2004. Sólo faltarían Suecia, Finlandia, Ucrania, Bielorrusia y Georgia para que Rusia esté totalmente rodeada. La reacción de Rusia es justa, según la apología.

Sobra decir que todos estos países estuvieron alguna vez ocupados o fueron invadidos por la Cortina de Hierro, no al revés. Aunque ha habido intentos (Napoleón, Otomanos, Hitler), nadie ha invadido Rusia exitosamente –no se diga conquistado– desde los mongoles en los siglos 13 y 16. En cambio, Rusia sí tuvo a esos países bajo su yugo durante décadas. Todos esos países tienen un justificado recelo hacia Rusia y, aunque el ingreso a la OTAN sea bajo invitación de un país miembro, tienen todo el interés histórico de unirse a la alianza para futura protección.

Pero aun suponiendo que en efecto hubiese un avance paulatino y que un eventual ingreso de Ucrania a la OTAN pudiera considerarse una provocación, la realidad es que la OTAN jamás ha invadido ni agredido a Rusia. ¿Se puede entonces justificar una invasión a un no-miembro, como Ucrania, bajo una paranoia preventiva? Lo irónico es que Rusia inadvertidamente ya provocó que otros países como Suecia y Finlandia ahora sí quieran unirse. Es decir, si de lo que se trataba era de prevenir un avance de la OTAN, sucedió todo lo contrario. Además, si Rusia lograra quedarse con Ucrania, estaría aún más rodeado por la OTAN, porque quedaría en frontera con Polonia, Romania, Eslovaquia y Hungría.

Es penoso que la justificación de la invasión se lance desde el progresismo liberal de Occidente. Los usual suspects –Chomsky, Stephen Cohen, Vladimir Pozner, Jeffrey Sachs– parecen sugerir que la culpa de la invasión rusa a Ucrania es de Occidente, como si a Putin no lo animara su propia agenda expansionista, sus añoranzas de la Rusia imperial, el resentimiento por la caída de la URSS y toda una ideología neoeurasianista que en esencia es antioccidental, antiliberal, antidemocrática e imperial, con fuertes elementos de movilización de masas, teología y belicismo. La prueba es que Putin se ha metido hasta la cocina en Occidente, no sólo a través de su ciberguerra sino de la compra de activos, lavado de dinero, injerencia electoral, manipulación mediática. Sin olvidar que invadió Georgia en 2008 y Crimea en 2014.

Es penoso que la justificación de la invasión se lance desde el progresismo liberal de Occidente.

Noto en quienes buscan justificar la invasión rusa un paralelismo con quienes en su momento justificaron el ataque a las Torres Gemelas. La izquierda occidental excusó el ataque diciendo que era una reacción, que los terroristas en el fondo eran víctimas del desalmado imperio yanqui. No es fortuito que esa apología le haya servido al islamofascismo del mismo modo que la actual le está sirviendo a Putin, una de cuyas principales líneas de propaganda es precisamente que Rusia es una víctima.

Este mea culpa tramposo es muy común en Occidente porque es inherente a las sociedades abiertas, donde la conmiseración es un valor, donde el progresismo tiranófilo ve con ternura antropológica a las sociedades autoritarias como elemento del multiculturalismo, y donde la libre discusión admite exámenes de conciencia. Pero hay que refutarlo. La ecuación moral básica de esta guerra ya está establecida: Putin es el tirano. El gran mea culpa de Occidente más bien debe ser no haberlo frenado antes.

*Este artículo se publicó el 4 de marzo del 2022 en Etcétera: Liga