14.04.23

La amalgama y los estorbos

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El problema de las dirigencias partidistas

Desde que se fraguó en las elecciones intermedias del 2021, la alianza opositora ha demostrado su utilidad como dique legislativo, frenando prácticamente todas las reformas constitucionales del régimen obradorista: desde la contrarreforma eléctrica hasta la electoral. No ha podido detener las leyes secundarias porque no tiene mayoría para ello, pero al menos ha protegido a la Constitución. Ya con eso ha valido la pena y fue mejor que no tener nada.

Contrario a lo que se piensa, el dique legislativo de la alianza no es inercial ni camina por sí mismo. Para que funcione, diversas organizaciones han tenido que arrear a los partidos que la componen, recordándoles una y otra vez la encomienda. Así fue, por ejemplo, en aquel memorable domingo de resurrección del 2022 cuando mediante marcaje personal y presión en tiempo real se exigió a los legisladores frenar la contrarreforma eléctrica.

Esta dinámica llegó a su clímax cuando el régimen quiso ensayar su reforma electoral para destruir al INE. La primera marcha rosa le marcó la pauta a la oposición para rechazar inequívocamente la intentona autoritaria. Y tuvo éxito. El régimen tuvo que conformarse, otra vez, con leyes secundarias –el famoso Plan B– que la Suprema Corte suspendió después de una segunda marcha rosa.

Mediocres administradores de poder temporal.

Mucha gente cree que esa presión la ejercen ciudadanos aislados desde afuera. Por ejemplo, en las redes sociales. No es así. Si bien ese bullicio es importante, en realidad la cargada la hace una amalgama compuesta por organizaciones de la sociedad civil, políticos, expolíticos, militantes de los propios partidos, comunicadores, líderes de opinión y, muy importante, aliados dentro de las bancadas opositoras. Me ha tocado ver de cerca el enorme trabajo de cabildeo que hace esta amalgama para instigar a los rebeldes cada vez que el régimen amenaza.

La amalgama rema así contra el régimen y contra la propia oposición, casi fraguando una oposición dentro de la oposición contra las cúpulas, las dirigencias, los altos mandos, Alito Moreno y Marko Cortés y sus alfiles, mediocres administradores de poder temporal que una y otra vez se ponen a escasos milímetros de la traición con tal de salvaguardar su coto de comodidad.

El ejemplo más reciente es la amenaza de reforma al Tribunal Electoral que tanto dañaría la credibilidad de la alianza rumbo al 2024, perjudicando incluso a los propios legisladores y afiliados menores de los partidos frente a sus dirigencias y sus altas burocracias partidistas. Al momento de escribir, marchan bien las presiones para revertir el ataque al Tribunal. Pero, independientemente de lo que esta vez ocurra, ya es muy claro que la mejor manera de llegar fuerte al 2024 es instigando en la granja una rebelión mayor, removiendo de una vez por todas a los estorbos.

*Este artículo se publicó el 14 de abril del 2023 en Etcétera: Liga