13.05.22

Ataque a Occidente

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El nuevo libro de Douglas Murray

Parte ataque, parte suicidio, Occidente enfrenta desde hace décadas una crisis de decadencia. Sus valores seculares y fundacionales están siendo derruidos con la venia de sus propios ciudadanos bajo la guisa de la autorreflexión, la cual desde luego es un valor occidental en sí mismo –ninguna otra civilización se cuestiona tanto a sí misma con esa libertad–, pero en este caso no se trata de una duda constructiva, contemplativa, con el fin de reformar a la vez que confirmar convicciones; se trata de una inmolación llena de culpas, remordimientos y desesperación. Occidente ha sucumbido ante el vicio favorito del Diablo, la ingratitud: la incapacidad de apreciar lo valioso y, en consecuencia, de conservarlo.

Douglas Murray, el joven conservador británico, discípulo del venerable Roger Scruton –a mi juicio la mejor versión del conservadurismo liberal inglés–, estrena libro. Ataque a Occidente no es una propuesta demasiado novedosa en contenido, pues reúne una buena cantidad de ideas ya recicladas –de hecho, muy buena parte de ellas del propio Scruton– sobre los orígenes, motivaciones, causas y métodos de la degradación occidental. Identificar, por ejemplo, al posmodernismo como fuente, es una reverencia a Scruton: fueron los pensadores posmodernos –Foucault, Deleuze, Derrida– quienes pusieron en duda los valores modernos e ilustrados sobre los que está fincada nuestra civilización. No es que los hayan desmontado, sólo sembraron la suspicacia en el método científico, la verdad objetiva y medible, la razón. Como Scruton, Murray también atribuye al posmodernismo –particularmente sus ramificaciones académicas estadounidenses–, el ataque a Occidente. Que China, Rusia, el islamofascismo y otras amenazas lo hayan aprovechado no quita que el origen de la destrucción sea interno.

Parte ataque, parte suicidio, Occidente enfrenta desde hace décadas una crisis de decadencia.

El puente entre el posmodernismo y la academia del agravio también ya había sido denunciado por Harold Bloom desde los años noventa, e incluso antes por el feminismo liberal de Camille Paglia. Fueron las escuelas del resentimiento las que fraguaron el ataque al individuo, abogando por una visión colectivista basada en etiquetas tribales como el género, la raza y la religión. Fueron ellas las que usaron el chantaje del victimismo para atentar contra los valores occidentales como el mérito, la legitimidad de la riqueza, la búsqueda de la verdad y la razón, dividiendo a las sociedades en opresores y oprimidos sin posibilidad de redención. Si el valor cardinal del liberalismo estadounidense es Martin Luther King, donde el carácter y no las características inmutables de una persona es lo que importa, esas escuelas han puesto la dialéctica al revés. Con ese lente Murray ve en las nuevas consignas antirracistas y neofeministas, sofisticadas artimañas para asestar una revolución blanda pero igual de destructiva que las armadas.

La virtud de Murray, además de la buena escritura –ese wit inglés, punzante e irónico que rara vez logran los escritores norteamericanos–, es cotejar en serio a la civilización occidental con sus competidores, o con esas supuestas utopías que la progresía interna tanto admira. Uno a uno, Murray desbarata esos edenes lejanos que nuestros tiranófilos de cubículo académico ven con ternura antropológica, y muestra todo el terror que es vivir en ellos; y, por contraste, la gratitud que un occidental sólo puede –debe– sentir. Al mismo tiempo, Murray demuestra el enorme progreso que Occidente ha logrado ahí donde particularmente se le acusa: racismo, clasismo, sexismo.

Al lector mexicano despierto no le sorprenderá cómo todas estas ideas que han desestabilizado a la modernidad y al liberalismo fueron importadas por ideólogos chafas a México, traducidas al obradorismo y empaquetadas para servir al régimen demagógico. Después de leer el sumario de Murray, queda clarísimo cómo los académicos, intelectuales, facilitadores y propagandistas del nacional-populismo mexicano importaron estas retóricas para enardecer un maniqueísmo útil para el poder. Desde Murray son más claros el feminismo obradorista, el anticlasismo, el antirracismo, el antiintelectualismo, el anticientificismo y demás pulsiones jacobinas que nutren al régimen. El resultado está a la vista de todos: destrucción.

Este artículo se publicó el 13 de mayo de 2022 en Etcétera: Liga