07.11.18

Tenemos que hablar de Yeidckol

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¿Para quién trabaja, Sra. Polevnsky?

“Será mayor, mucho mayor, eterna, si todos ponemos las manos prestas a construirla con nuevas y creativas pinceladas.”

Así cierra uno de los últimos textos que Yeidckol Polevnsky, presidenta y secretaria general de Morena, difundió en su blog personal y redes sociales. Es una copia del boletín de prensa Lienzo de la Nación del periódico propagandístico cubano Granma, sobre el evento oficial del 150 aniversario de la primera independencia de la isla.

¿A qué se refiere aquella conclusión, ese llamado a la eternidad? A la “libertad” cubana, naturalmente; a continuar esa lucha que el régimen castrista concibe como multisecular y de la cual se autoproclama heredero y guardián; esa emancipación iniciada por Carlos Manuel de Céspedes en la Guerra de los Diez Años de 1868, extendida por José Martí en la independencia definitiva de 1898, y, según el régimen, consagrada por Fidel Castro en la Revolución de 1959… hasta nuestros días.

En ese evento, refiere Polevnsky, estuvo “un pedazo genuino de la Cuba soberana que Céspedes proclamó, de la Cuba de iguales que Martí concibió, de la Cuba ejemplar que Fidel construyó […] reviviendo la memoria…”

Al grito de “¡Ciudadanos!”, continúa el duplicado, los presentes “recordaron a Céspedes, y cayeron en la cuenta de que los 5000 allí son, en efecto, ciudadanos. No esclavos, ni amos, ni mayorales, ni hombres lobos de otros hombres… ciudadanos.”

Fue un evento muy solemne. “Podía verse el mar tranquilo rompiéndose suavemente en una línea de espuma.” Los 5000 ahí estaban vestidos “hermosamente de blanco al pie del Monumento Nacional.” “Parecían un mar de espuma, otro mar, de gente buena, agradecida, en zafarrancho para los combates nuevos que convoca el presente.”

¿Los combates nuevos que convoca el presente… como difundir propaganda castrista en México?

En efecto. No es el primer texto que Polevnsky reproduce a través de la red; han sido decenas, tomados de periódicos castristas y sus respectivos adeptos latinoamericanos: Sierra Maestra, Cuba Sí, Cuba Debate, entre otros, aunque de vez en cuando (si conviene) comparte fuentes autónomas de otros países. Es decir, las plataformas digitales de la presidenta del partido en el poder en México –por cuyas manos pasará todo el financiamiento público de los contribuyentes mexicanos a ese partido– son megáfonos de propaganda cubana, y promueven desde embates a la OEA y la resistencia a la democracia liberal, hasta la defensa del régimen chavista y la extensión de su modelo.

Será mayor, mucho mayor, eterna, si todos ponemos las manos prestas a construirla.

¿Está prohibido? Desde luego que no. Contrario a Cuba, en México hay libertad de expresión – y por lo visto amplia. Y tampoco es una novedad: Polevnsky y el grupúsculo morenista al que pertenece –con “compañeros de lucha” como Martí Batres, hoy presidente del Senado, Héctor Díaz Polanco y Dolores Padierna– llevan años siendo publirrelacionistas no sólo de Castro sino de sus socios criminales en América Latina, notoriamente el régimen bolivariano de Venezuela. Así que ni nuevo ni ilegal.

Incluso tiene un elemento de franqueza: es completamente abierto y transparente. Está ahí, a ojos de todos. Encima, Morena es aliado (por razones electorales) del Partido Encuentro Social, de ultraderecha evangélica, que no sólo tiene su propia agenda propagandística –vinculada, también, a correligionarios pentecostales de otros países, como Estados Unidos y Brasil– sino opuesta en contenido (que no en forma) a la que Polevnsky profesa. De modo que tampoco podríamos negarle cierto grado de “diversidad”, no obstante oportunista y escurridizo.

Pero algo es innegable. El régimen cubano tiene intereses siniestros desde hace mucho en México, como en toda América Latina. Intereses geopolíticos, subversivos, de inteligencia e ideológicos, destinados a propagar esa extraña concepción castrista de libertad. Y los procurará, servido de sus aliados locales, hasta tener el control absoluto si le es posible, como lo hizo en Venezuela, donde su títere Nicolás Maduro exprime a la población de riquezas, democracia y dignidad. Difícil que lo logre –aunque la mitad le bastaría– en un país con nuestras circunstancias, pero nunca había tenido un aliado interno con tanto poder. Por ello, como ante cualquier político que difundiese propaganda con semejante ahínco de un régimen que nos acecha, urge preguntar: ¿para quién trabaja, Sra. Polevnsky?

 

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