29.04.22

Régimen fascistoide

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La acusación de traición a la Patria.

El fascismo es la movilización armada de las masas mediante un líder carismático en torno a dos principios rectores: el nacionalismo y la pureza del Pueblo. En el régimen obradorista están el líder carismático, el nacionalismo y una idea de pureza del Pueblo anclada en la raza de bronce tradicional. Sin embargo, aunque hay una creciente militarización –además asociada a la idea de que las Fuerzas Armadas son “el pueblo uniformado”– la movilización de masas no es propiamente armada en el sentido bélico, como en los referentes extremos del fascismo, de modo que no podemos hablar de un régimen fascista como los del siglo XX, pero sí uno fascistoide, que la RAE define como “tendiente al fascismo”.

No hay mejor ejemplo de esa tendencia, que la amenaza con denunciar penalmente, por traición a la patria, a 223 legisladores de oposición que frenaron la contrarreforma nacionalista del sector eléctrico. Decía Mario Delgado, presidente del partido: “Es una reforma que trataba de regresarle la soberanía en el sector eléctrico a la nación, y como Morena es un instrumento de lucha del pueblo, vamos acompañar esta denuncia penal con toda la gente que quiera unirse.”

No hay mejor ejemplo de esa tendencia, que la amenaza con denunciar penalmente, por traición a la patria, a 223 legisladores de oposición.

Ahí vemos, de manera diáfana, lo que José Woldenberg –uno de los padres de nuestra democracia–, citando a Ricardo Becerra, refirió como “ácidos fascistoides”. Se trata de la posible judicialización de representantes democráticamente electos por haberse opuesto a la voluntad de quien, según la doctrina, encarna esa idea de nación. La pinza se cierra cuando votar en contra es contravenir al partido en el poder, o sea, a la “lucha del Pueblo”.

Existe la tentación de calificar esta como pura retórica electoral rumbo a las elecciones del 2024. Dicen los incautos que la acusación de traición a la patria no es nueva y que siempre se ha usado con ligereza para el circo político; de hecho, la usaron contra el gobierno pasado algunos prominentes miembros de este régimen cuando eran oposición, como la ahora ministra de la Suprema Corte Loretta Ortiz. Sí, pero hay dos diferencias: primero, que ya están en el poder; y segundo, que si la acusación lleva una amenaza de denuncia penal, hace que la mera proclama sea persecutoria.

La tentación más peligrosa es dejar pasar estas alarmas porque no vengan acompañadas de otras manifestaciones del fascismo extremo. Algunos comentaristas parecen exigir noches de cristales rotos y campos de detención para poder admitir la denuncia. Sin embargo, ni los morenistas son alemanes –son bastante imbéciles, lo cual puede o no ser consuelo, porque ello no impide una buena dosis de destrucción–, ni México es Alemania en los treintas. Esa no es ninguna vara. Si la fuera, le daríamos al régimen un amplio margen de maniobra.

Este artículo se publicó el 29 de abril del 2022 en Etcétera: Liga