12.12.17

El Frente más amplio

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La coalición Por México al Frente es un abanico del siglo XXI.

Era crucial que cristalizara el Frente, la única opción a la vez anti-PRI y anti-AMLO. De no haberse fraguado, estaríamos en un virtual cul-de-sac entre la continuidad priista, por un lado, y el regreso al nacionalismo revolucionario, por el otro, lo que para muchos ciudadanos era un perder-perder. Tan solo tener otra alternativa es buena noticia. Y ahí reside parte de su atractivo.

Con esta opción, el votante anti-AMLO –según mis cálculos aproximadamente siete de diez electores– no tendrá que votar por el PRI como plato de segunda mesa. Y, viceversa, el votante anti-PRI –también alrededor de siete de diez o un poco más– no tendrá que resignarse a la aventura populista. De modo que el Frente ya tiene, de entrada, una amplia audiencia… por simple descarte, digamos. Y por eso sospecho que va arriba (como coalición) en todas las encuestas. Pero era necesaria la alianza, porque a los partidos que la componen no les alcanzaba –ni en números ni en ideas– para ganar por separado.

El Frente ya tiene, de entrada, una amplia audiencia.

En este sentido, un triunfo del PRI –aun con Meade, el outsider– sería difícil de administrar. No sólo por los vicios que el partido mostró este sexenio –ésos los ha tenido siempre–, sino porque gobernar un pueblo que te aborrece, como demuestran los sondeos, con apenas 20-30% de respaldo, además de complicado es peligroso. Si algo propicia los estallidos violentos es precisamente la falta de legitimidad.

Andrés Manuel despertaría también cierto desasosiego. Aunque con menos detractores que el PRI y quizá un poco más de simpatizantes, es la voz más extrema: la que provoca suspicacia. Siempre se han avizorado en él impulsos autoritarios y populistas. El riesgo ahí no es sólo la falta de legitimidad para gobernar, sino los paliativos que, de ganar, intentaría usar para contenerla. Y acaso ya no todos se irían con la finta, lo que podría provocar gran tensión.

Otro atractivo del Frente va más allá de los números y tiene que ver con la amplia gama de propuestas que, en su calidad de alianza heterogénea, ofrecería. Reúne a las alas más moderadas de la izquierda y la derecha; no parece ni reaccionario por la diestra, ni jacobino por la siniestra. De hecho, que sea resultado de una negociación de fuerzas supuestamente incompatibles es señal inequívoca de la moderación y la disposición a la deliberación en sus filas. El mejor ejemplo es la propuesta del Ingreso Básico Universal, una idea de corte socialdemócrata, mucho más propia de la izquierda perredista que de la derecha panista.

Este tipo de propuestas paradójicas tiene una razón pragmática. Las campañas electorales (en todo el mundo) ya no se ganan con ofrecimientos verticales para una base fija de votantes, como era costumbre y como previsiblemente harán Meade y AMLO. La nueva política va en la dirección contraria: atiende a la dispersión de las masas con propuestas inconexas; coquetea con todos los grupos. En una frase: es posmoderna. (1)

Como escribí en otro artículo cuando se anunció la posible creación del Frente, “la sola disposición de quitarse el disfraz ideológico y aliarse, ofreciendo una combinación de posturas aparentemente contradictorias pero en el fondo posiblemente complementarias, es señal de que al menos entienden la nueva política, una que ya no está hecha de clientelismos previamente establecidos, sino de los caprichos, antojos y necesidades de un electorado híbrido y desigual… No digo que esté bien, y ciertamente puede parecer oportunismo, pero no hay otra forma, hoy, de ofrecer un mínimo común denominador a una sociedad tan plural. La nueva torre democrática de Babel exige coaliciones y compromisos –diversidad– y es lo que, al menos esta vez, ofrecieron estos partidos, a mi juicio con éxito.”

Si no me equivoco, veremos a un Frente seduciendo a grupos muy diversos, algunos que no tienen nada que ver con el PAN, otros que no tienen nada que ver con el PRD ni MC, otros más que no tienen nada que ver con ninguno y también los que tienen que ver con todos. A muchos críticos ya les parece un disparate. Digámosles nostálgicos. El Frente es un abanico del siglo XXI. Su triunfo depende de si el electorado mexicano lo es también o aún no.