31.01.19

¡Calderón no!

Fuente Foto: Rincón de la Psicología (https://www.rinconpsicologia.com/2015/08/10-frases-para-dejar-ir-tu-pasado.html)
Compartir:
Tamaño de texto

El proyecto de partido del expresidente no es la respuesta que la oposición necesita.

CFelipe Calderón nos invita a su nuevo proyecto de partido político, México Libre. Ante la exigua oposición, se pide una voz sólida que desafíe a Morena, esa reencarnación de partido ecuménico que aglomera múltiples corrientes. Si el obradorismo devoró algunos partidos tradicionales y orilló al olvido a otros, los tiempos parecen reclamar una iniciativa con la misma ambición holística; esto es, que logre juntar a todo lo que escapa al caudillo. Y quién mejor –dirían algunos– que su némesis: el hombre que ya lo venció. Pero, ¿Es Calderón la anhelada respuesta?

Note usted que no digo “los Calderón” aunque ambos lanzaron la convocatoria bajo la trillada fórmula conyugal, porque si algo sabemos es que el partido se trataría inequívocamente de él. Y he ahí el primer gran problema: si a Margarita le queda grande el país o siquiera un debate, a Calderón le queda chico un partido. Su desmedido afán por controlar al PAN fue el origen de la división que permitió el regreso del PRI en 2012, antesala del nuevo régimen. Así, uno puede esperar exactamente la misma injerencia vertical en un partido fundado por Calderón que en uno fundado por el caudillo. Difícil imaginar demasiada pluralidad, no digamos voces encontradas. Es paradójico que México Libre sea el nombre de un partido que no augura ser eso: libre.

¿No es Calderón también un regreso al pasado?

Desanima, también, que la primera solicitud en la página web sea registrarse. Sólo después vienen las ideas, un collage de principios tautológicos: igualdad de oportunidades, Estado de derecho, libertad económica, bien común, en fin, clichés que hacen más por esconder las pulsiones más conservadoras de sus creadores que por defender ideales. Y no es sólo que Calderón ya se haya quedado corto como presidente en conseguir lo ofrecido, es que son las promesas de cualquier político tradicional desde hace más o menos 60 años. Se antoja estéril por anacrónico. Si se pretende contrarrestar al morenismo, uno esperaría al menos una novedad. Claro que Calderón es un conservador –busca conservar, no renovar–, pero entonces por qué venderse como liberal europeo. ¿No es mejor evitar perífrasis y circunloquios y manifestarse enérgicamente? Tal vez “el frente conservador que México necesita” sería más valiente.

Aún así muchos lo celebraron casi mecánicamente. Oposición per se. Tanto da el obradorismo, cierto, pero que un expresidente tan estigmatizado como Calderón represente la réplica, ¿no es también un regreso al pasado? ¿No es acaso revivir aquel feroz 2006, año de la discordia? ¿Y qué pueden aportar a esa nostalgia los 120 mil muertos y 24 mil desaparecidos de su gobierno? ¿No evocan el inicio de la guerra, esa intrépida aventura que nos desangró? En ese sentido, un partido calderonista –por llamarlo de alguna manera– caería en sus propias contradicciones históricas. ¿Qué tendría que decir, por ejemplo, respecto a la militarización? ¿No quedaría automáticamente invalidada su hipotética denuncia?  

La pregunta para Calderón es entonces cuán objetivas son sus convicciones y cuán subjetiva su rivalidad con Obrador; porque si la segunda excede a la primera, la queja contra el antiobradorismo irracional es enteramente reivindicable. Quiero decir: no está claro que Calderón pueda volver a advertir que López Obrador es un peligro para México aunque no quepa la menor duda de que lo es, pues ¿no fue Calderón también un peligro, al menos a los ojos de millones de mexicanos? Y es ahí donde sus propios fracasos pueden servir más al régimen, que sus aciertos ayudar a la oposición.

El periodismo prescriptivo –ese que da recetas– no es el mejor, pero esta vez cabe desear una oposición más fresca, desconfiar de una apuesta que pretende contrarrestar el pasado con otro pasado… y uno no precisamente oportuno. Hasta ayer la plataforma change.org registraba 233 mil firmas en contra del registro. Y aunque finalmente se cristalizara, no parece lo ideal. Por ahora México Libre no ofrece mucho, salvo la ya recurrente confirmación de que la oposición está totalmente perdida.

*Este artículo se publicó el 7 de febrero en Reforma: Liga